a la lucha se aprestaron,
y al correr de sus bridones
como cuatro exhalaciones
hasta el castillo llegaron.
¡Ah del castillo! -dijeron-.
¡Bajad presto ese rastrillo!
Callaron y nada oyeron,
sordos sin duda se hicieron
los infantes del castillo.
¡Tended el puente, tendello!
Pues de no hacello, ¡pardiez!,
antes del primer destello
domaremos la altivez
de esa torre, habréis de vello...
Entonces los infanzones
contestaron: "¡Pobres locos!...
Para asaltar torreones,
cuatro Quiñones son pocos.
¡Hace falta más Quiñones!”
Cesad en vuestra aventura,
porque aventura es aquesta
que dura porque perdura
el bodoque en mi ballesta..."
Y a una señal, dispararon
los certeros ballesteros,
y de tal guisa atinaron,
que por el suelo rodaron
corceles y caballeros.
Y según los cronicones,
aquí termina la historia
de doña Aldonza Briones,
cuñada de los Quiñones
y prima de los Hontoria.
Cesad en vuestra aventura,
porque aventura es aquesta
que dura porque perdura
el bodoque en mi ballesta..."
Y a una señal, dispararon
los certeros ballesteros,
y de tal guisa atinaron,
que por el suelo rodaron
corceles y caballeros.
Y según los cronicones,
aquí termina la historia
de doña Aldonza Briones,
cuñada de los Quiñones
y prima de los Hontoria.
Pedro Muñoz Seca, La Venganza de Don Mendo.